Ni las autoridades municipales ni gubernamentales se han acercado al lugar, dejando a los vecinos en un estado de inquietud y temor. Pero lo que más aterra a los habitantes de Santiago de los Caballeros son los susurros que se escuchan en las horas más oscuras de la noche, cuando los trabajadores que transitan por la zona sienten una presencia extraña y escalofriante al pasar junto al carro fúnebre.
El miedo irracional que les recorre la piel les hace caminar con pasos más apresurados, como si estuvieran huyendo de un espectro invisible que les persigue. Nadie se atreve a acercarse demasiado, como si el auto fúnebre fuera un imán que atrae lo peor de la oscuridad, un enigma que, por ahora, permanece sin resolver.
¿Quién será el propietario de ese carro fúnebre abandonado? ¿Qué misterios se ocultan tras sus ventanas tintadas? El miedo y la incertidumbre se apoderan de los corazones de los vecinos de Santiago de los Caballeros, mientras el enigma del carro fúnebre sigue envuelto en un velo de misterio y magia.